«La noche tira un salto mortal»

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Citando a Patricio Rey y sus Redondos:«La noche tira un salto mortal.»

Ahí estaba ella, la había visto antes pero un par de comentarios mal colocados no nos dejaron empezar con buen pie, estaba realmente graciosa con su peluca rubia y un montón de complementos que el alcohol no me deja recordar. Me dio bola y le pedí perdón por aquella desafortunada barrabasada de las mías y empezamos a charlar entre la gente.
Encontramos una botella de vino entre todas las que revisamos sedientos de algo que llevarnos a la boca, queríamos más fiesta y la íbamos a tener.

La noche avanzaba y yo tenía poco control, la rubia de peluca me conducía como quería y me llevaba de uno a otro lado, la fiesta se fue apagando dejando algunos rescoldos y como una chispa que salta del tronco me vi andando bajo la lluvia agarrado de la preciosa mujer de la peluca.
Si lo recordara contaría que hablábamos en aquel momento, sólo recuerdo pensar que el alcohol es una carga más que un vehículo a la diversión en momentos como ese.

Y llegamos a su casa. ¡Qué perturbador es entrar en una casa igual que la tuya, con los mismos muebles, las mismas puertas, los mismos cuadros pero sabiendo que no es tu casa!
Nos sentamos en el sofá del salón y empezamos a charlar. Sexo, drogas, sexo, un poco de cotilleo, sexo sexo y más sexo fueron los temas de conversación.
Ella me contó que era incapaz de tener orgasmos, que se lo pasaba bien en el amor pero que no la llevaba a ningún puerto espacial desde donde ver las estrellas. Todos a los que había expresado tal problema querían intentar ayudarla y yo mentiría si dijera que era muy diferente al resto, pero creo que acerté en no hacerlo pues se habría quedado en el intento, no me veía con la capacidad de buscar el orgasmo perdido con semejante borrachera.

Mientras me contaba sus recientes experiencias, hacerle una felación rapidito para quitarse de encima a uno y el tener que ir a por lubricante porque el italiano la tenía demasiado grande, yo manoseaba sus pies. Me demostró ser una chica abierta y con pocos complejos, una chica de las nuevas generaciones, que cogen lo que quieren y que vienen pegando fuerte y follando duro.

No recuerdo que palabras escogí pero le pedí que me dejara dormir en su cama, habíamos tenido una gran conversación y necesitaba tener el momento de después de follar pero sin sudar el polvo, un poco de cariño con confianza era justo lo que necesitaba y justo lo que me dio.

Ya tumbados en la cama en ropa interior le pregunté si solía dormir con sujetador y tras su negativa se lo solté alegremente.
Vale, la borrachera se me había ido escapando y la libido subiendo, pero ella bostezó. Si, lo sé, cuando yo estaba deseando ir, ella ya había vuelto. A buen entendedor pocas palabras bastan y más vale pájaro en mano que ciento volando, así que me agarré a un clavo ardiendo (no seáis malpensados) y la abracé como si la amara.

Llegó el amanecer, y con él algo de luz, mucha luz, en realidad, que se colaba por la ineficaz persiana que yo también tengo en mi habitación. No podía dormir pensando en lo raro de la situación así que decidí jugar un poco a levantar la manta y echar un vistazo rápido a aquella espalda infinita acabada en un buen trasero. Eché varias de esas furtivas miradas…

Tenía la curiosidad de verle un pezón, siempre que conozco a una mujer me pregunto de que color tendrá los pezones, rosado o marrón y en que tonalidad y tamaño. Entonces ideé un plan, hacía calor y ella seguía dormida pero bien tapada, así que intenté un poco de sugestión susurrándole «Hace calor» al oído, ella asintió pero la sábana seguía ocultando sus pezones.

Conseguí dormir al darme por vencido y satisfecho con mis inocentes jueguecitos y desperté a la vez que ella que me miraba con sus ojos verdes mientras sonreía. Le alcancé el sujetador sin que me lo pidiera sabiendo que sería la última oportunidad de ver pezón, y ella se los regaló a mis niñas.

Marroncitos claros.

Ahora pensaba que quizás Cenicienta, el cuento infantil, podría darle sentido a la anaorgasmia de la chica, sé que suena retorcido, pero escucha. El zapato de cristal, el que soluciona los problemas en el cuento es el orgasmo que esta chica tendrá, estoy seguro de que el tipo que tenga el zapato correcto tendrá que compartir mucha vida y mucha cama con ella. Me parece casi mágico.

Para despedirme y solamente si les ha gustado la canción del los redondos les dejo con una interpretación de la letra que me ha dejado bastante satisfecho.

Desde Guinesslandia,
Ángel.

Una respuesta to “«La noche tira un salto mortal»”

  1. Reven Says:

    Vaya un blog raro que me tienes. Se parece a tí. jaja

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